IMPUESTO A LAS GANANCIAS: que la libertad burguesa no nos tape el bosque (nota para debate y reflexión)

 

IMPUESTO A LAS GANANCIAS: que la libertad burguesa no nos tape el bosque (nota para debate y reflexión)


EL TRIUNFO CULTURAL DEL NEOLIBERALISMO

Las mentiras del discurso hegemónico

Tras un supuesto reclamo justo de los sindicatos y luego trasladado y amplificado por los medios, que caló hondo en sectores medios con ingresos aceptables, se enarboló la bandera de la supresión del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias y el cobro de asignaciones familiares sin topes. Reclamo que viene de las épocas de bonanzas de la presidencia de CFK y que fuera usado además como destituyente y consignas de campaña del capitán reposera.

Otra cuestión que alarma es la falta de solidaridad entre los trabajadores, porque son justamente los sindicatos de ingresos más altos los que pelean contra este impuesto. Jamás se hicieron autocrítica. Muchos de ellos son responsables del ingreso del capitán reposera a la presidencia.

Trataré de desnudar este pretendido discurso progresista con datos reales y concretos, para ver como las fuerzas neoliberales siguen agazapadas esperando dar el golpe de muerte a un gobierno popular.

Adelantando conclusiones les puedo decir que el actual proyecto de subir el piso del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias es demagógico y termina siendo una victoria a lo pirro, porque a la corta o la larga deberemos afrontar el costo fiscal de recaudar menos y no creo que se ajuste por los de arriba.

1) Muchos insisten que un gobierno peronista no lo puede cobrar: Es mentira. Hagamos historia: el impuesto a las ganancias nace en 1932 bajo el nombre impuesto a los réditos y fue instaurado por el gobierno conservador de aquella época. Es uno de los primeros avances sobre las provincias, debido a que hasta ese momento la mayor recaudación del estado nacional (gobernada por los conservadores de la década infame) provenía de los impuestos aduaneros. Con la crisis del 30 esto se revierte, pasando la Nación a cobrar impuestos que les correspondía a las provincias, mediante un fallo histórico de la corte de aquella época que interpretó que la Nación podía cobrar impuestos directos por un tiempo limitado. De allí que periódicamente el congreso deba prorrogar este impuesto

En el año 1973 fue Perón quien modifica el impuesto a los réditos por el de ganancias, imponiendo la cuarta categoría para su cobro: Rentas de la tierra, de los capitales, de las empresas y (la cuarta) del trabajo personal en sus diferentes formas (asalariados, profesionales, cuantapropistas). En pleno estado de bienestar el general entendía que aquellos de ingresos (sueldo) altos debían contribuir al desarrollo.

2) Sostienen algunos que existe discriminación para los hijos de algunos trabajadores. Esto lo fundamentan en el hecho que el salario familiar se cobra según la escala del sueldo. Aquí corresponden realizar algunas consideraciones: a) En primer lugar aquellos que no perciben asignaciones porque superan una escala de sueldo y que a su vez quedan alcanzados por el impuesto a las ganancias; antes de que el estado les liquide lo que les corresponde pagar por sus “supuestas ganancias”, les descuenta las deducciones por cargas de familia que son de $ 190.711,18 anuales por la esposa y de $ 96.176,36 anuales por cada hijo. Es decir que los hijos de los trabajadores con sueldos más elevados están subsidiados por el estado en $ 8.014,44 por mes. b) en el caso de las asignaciones veamos el siguiente cuadro:




Se observa que de lo que paga la Anses en asignaciones, que incluyen las familiares y la universal por hijo, los recursos no provienen solo de aportes, sino también de impuestos, entre otros el de ganancia. Y en esa trampa nos quiere meter el neoliberalismo: Si aumentamos el mínimo no imponible, el estado recauda menos, pero a su vez pedimos que todo el mundo cobre las asignaciones. Gobernar es tomar decisiones a partir de la realidad. Si YO tuviera que decidir entre pagarle $8.014,44 por mes (el monto de la deducción por hijo) a un tipo que gana $ 150.000 por mes o aumentar al doble la asignación universal que hoy cobran los que se cayeron del sistema, no tendría ninguna duda en que decisión tomar. Al margen de la cantidad de marchas que me realicen los progresiliberales.

3) La supuesta injusticia del impuesto

Les presento a consideración unos datos relevantes:

Esta es la verdadera lucha que se debe emprender. La de combatir el trabajo en negro, que perjudica a todo el sistema.

Según los últimos datos de pobreza el 30,4 % de los hogares se encuentra bajo la línea de pobreza y esto corresponde a 40,9 % de personas, que en cifras corresponde a 18.750.000 personas.

Si tomamos asalariados encontramos que existen 7.600.000 con ingresos medios de $ 40.587 y los no asalariados son 3.000.000 con ingresos medios de $ 22.591.

Pero si miramos la brecha entre ingresos altos y bajos podremos ver que la diferencia es 6 a 1. De la misma manera se puede observar que la brecha entre varones y mujeres es del 30 %.

Si comparamos por porcentajes vemos que el 30 % más rico se lleva el 61,7 de los ingresos totales. Esto comparado con el 2.015, en que el 30 % se llevaba el 51,8 % de los ingresos, nos daremos cuenta que la experiencia neoliberal significó una pérdida en el reparto de la torta a favor de los más ricos y obviamente contra los más pobres.

Por ello es importante cobrar impuesto a los ingresos más altos, caso contrario esta brecha aún se amplía más.


5) Que pasa con la coparticipación y las injusticias regionales si aumentamos el mínimo no imponible. Es importante también analizar que por ser el impuesto a las ganancias coparticipable, si el Estado aumenta el piso, deja de percibir importes considerables de dinero (40.000 millones), que se traducen en menores ingresos para las provincias.

Al levantar el piso, los trabajadores que estaban alcanzados y pagan menos, verán aumentar sus ingresos en términos reales. Esto se traduce en mayor consumo. Pero quienes se verán más beneficiados? Vemos en el grafico que sigue (aunque un poco viejo no deja de ser reflejo de la realidad)


Los más beneficiados son los de la región pampeana, porque si bien los ingresos más altos se dan en la patagonia, esos ingresos se compensan por los mayores costos de vida. El norte, perdedor de la guerra civil de la época constitucional, no solo no se beneficia con la suba del mínimo no imponible, sino que además se perjudica en menor recaudación, acentuando la brecha de desigualdad. Vemos la otra cara de la moneda: los informales, que son aquellos que menos beneficios obtienen con este impuesto (ganancias).


La relación entre Nunca Menos y el Mínimo no Imponible en Ganancias

Si yo les pregunto: Los jueces deben pagar impuesto a las ganancias? Todos, absolutamente todos, dirán que sí. Si luego le pregunto a alguno de ustedes: vos ganas $ 150.000, tenés que pagar impuesto a las ganancias? La respuesta será dubitativa: mira, no sé, lo mío es un trabajo y mil excusas más.

Esto es pensamiento liberal. Yo defiendo mi interés. Lo individual se sobrepone a lo colectivo. Y además como burgués busco excusas o chivos expiatorios para lavar mi conciencia. Por ejemplo, la de los jueces.

En una concepción revolucionaria debemos ser conscientes que todos, absolutamente todos debemos contribuir y sostener un modelo de país. No hay excusas. Cuando cuestionamos a los jueces que no pagan, lo hacemos pensando no en el cargo que ostenta esa persona, sino en la desproporción que existe entre sus ingresos y el aporte que realiza. Y con esta lógica de razonamiento debemos preguntarnos: está mal que un tipo que gana buena guita no aporte por el solo hecho de argumentar ser trabajador?

Desde el ayer, quienes ganen en bruto $ 150.000 no pagaran ganancias. Cuantos ganan ese dinero? Y quienes ganan ese dinero? Ese ingreso lo ganan aquellos empleados en blanco y sindicalizados. Si nosotros elevamos el mínimo no imponible, aun ampliamos más las brechas de desigualdad entre los empleados en blanco y los que están en negros. Veamos los datos en Argentina: En la actualidad el empleo se compone de la siguiente manera:

· 50% de los ocupados son asalariados formales; 25%, asalariados en negro; 25%, cuentapropistas (dos tercios de ellos están en negro y un tercio, en blanco). "La informalidad que mide el Indec es la informalidad entre los asalariados, que arroja una cifra de 35%; pero si uno suma los cuentapropistas, se podría decir que el número total de empleo informal se acerca al 50%".

Por eso la pregunta es: dentro de los formales, cuantos ganan por arriba del mínimo? Aquí valen algunas aclaraciones: 1) Existen casi dos millones entre empleados públicos provinciales, menores, becarios, etc que no están obligados a los aportes del Anses. 2) Que muchos de los no obligados a aportar son informales 3) que los porcentajes de informalidad en los autónomos llega al 50 % según datos del mismo Anses y 4) que la mayoría de los autónomos son el producto de la década del noventa, vigente aun en su lógica de funcionamiento y se corresponde con cuentapropistas y profesionales sometidos en la mayoría de los casos a regímenes de explotación mediante el artilugio del monotributo. Hoy un tipo que tiene un negocito y que factura $ 52.000(categoría D del monotributo, categoría del medio de la escala) por mes paga $ 844,90 de ganancias e IVA. Y si factura esa plata, el tipo no gana más de $ 20.000, con suerte, después de descontar gastos.

Claro, aquí me dirán: Vos, lo que querés, es emparejar para abajo. Y con ese discurso progre, pretenden correr a la gilada. La cosa no es así. Si queremos emparejar para arriba, primero debemos emparejar para abajo. Como lo explicamos?

Según estimaciones de distintos especialistas, llevando el mínimo no imponible a $ 150.000, el estado dejara de percibir $ 40.000.000.000. Este es un efecto directo. Pero tiene un efecto indirecto: el impuesto a las ganancias se coparticipa. Aquí no se trata de la recaudación provincial. Los sueldos más elevados se pagan en las ciudades/regiones más ricas, que compensarán esta pérdida mediante la mayor recaudación en otros tributos como el IVA e Ingresos Brutos mediante un mayor consumo, pero las regiones más pobres se verán imposibilitadas de este beneficio. Sin considerar además que este mayor consumo es muy probable, por la estructura oligopólica en la formación de precios, que se traduzca en un alza de los precios relativos de los alimentos que impactan directamente en los sectores más humildes.

Otra cuestión no menor sería: no será que al aumentar el mínimo habilitamos a las empresas a que negocien un porcentaje menor en paritarias, produciéndose un subsidio encubierto del estado?

Entonces dejamos todo cómo está? No. Aquí viene el nunca menos. Si en serio queremos dejar de ser liberales y construir una sociedad con justicia social tenemos que plantearnos objetivos en el corto, mediano y largo plazo. Si estamos de acuerdo con que el nunca menos debe dejar de ser una consigna para transformarse en acción.

En el corto plazo no se pueden realizar grandes transformaciones, pero sí se puede y debe atacar la informalidad, la evasión descontrolada (este impuesto es altamente evasivo), la precariedad y las practicas liberales con toda la energía, para de esta manera empezar a llevar el piso para arriba.

Pero esto requiere una actitud crítica y un compromiso militante acerca del rol que debe jugar el Estado. El Estado, no tiene un ser en sí mismo sino en otro, en sus aparatos que son, antes que nada, instituciones ejecutivas. Así el Estado es un órgano de ejecución con sus distintos ministerios, secretarías y direcciones.

La sana teoría del Estado, nos dice que tiene dos principios fundamentales el de solidaridad (viene de soldum=consistente) que hace que todos los miembros se encuentren “soldados” entre sí. Es el principio de unidad de pertenencia. Y el principio de subsidiariedad, por el cual el Estado “ayuda a hacer” al que no puede solo con sus fuerzas- la gran tarea del peronismo fue ayudar a la gran masa de trabajadores a organizarse social y políticamente en la defensa de sus intereses -. Siendo el fin del Estado el logro del bien común, entendido como la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación.

Así pues, el Estado es un medio y no un fin en sí mismo. Y por el hecho de ser medio, debe ser tomado como tal

Ello nos obliga a distinguir claramente, con el fin de fijar una mínima ingeniería política, entre gobierno, Estado y cuerpos intermedios. Así la naturaleza del gobierno es concebir; fijar los fines. La del Estado, como se ha dicho, ejecutar y la de las organizaciones libres del pueblo, ser factores concurrentes en los aparatos del Estado que les sean específicos para condicionar, sugerir, presionar, interferir de manera tal que el gobierno haga las cosas lo mejor posible.

Resumiendo entonces el Estado en sí, es una entelequia, no existe. Lo que existen son sus aparatos, que como tales son medios o instrumentos que sirven como gestores al gobierno para el logro del bien común. Por el hecho de ser medios tienen su fin en otro, y este otro es la Nación como proyecto de vida histórico de una comunidad política

Y aquí nuestro compromiso militante. Lamentablemente algunos burócratas del peronismo, hoy se parecen más a la coordinadora del Coti Nosiglia que a lo que pretendía Néstor. Preocupados por “ocupar espacios” de poder, están retrasando los cambios que el pueblo necesita. Este es un duro escollo que debemos afrontar. El Estado en lugar de resolver problemas, se transforma en un problema para la gente. Y tengo sobrados ejemplos para afirmar lo que afirmo. Aumentaron los precios sin motivos y todavía seguimos pensando que a los formadores de precio se los combate dialogando? En los puestos claves del Estado en lugar de convocar compañeros, se convocan a Universidades privadas para que aporten los cuadros profesionales? Pararon el país en su momento, se plantaron ahora y todavía no sabemos cómo hacer para parar el negreo del campo. Y etcétera

Allí está el desafió del nunca menos

Y en el mediano y largo plazo debemos pensar en reformas estructurales, no con visión progre, sino con mirada revolucionaria. Una verdadera reforma tributaria enmarcada en un proyecto de país.

En el caso particular de este impuesto debemos derogar la tablita de Machinea y pensar en una escala progresiva en donde comience a pagar aquel cuyo sueldo supere la canasta básica: claro pero no es lo mismo que le cobro el 0,5 % que el 10 %. Debemos empezar con porcentajes bajos y subir los mismos a medida que suben los ingresos, hasta llegar a porcentajes del 35 % para quiénes más ganan

Reflexión final: Solo reflexionemos como el discurso “progresista” juega a favor de la hegemonía del pensamiento liberal, bajo un supuesto reclamo justo

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